Cuento para niños
para aprender a liberarse de las preocupaciones y así poder lograr los sueños.
Nadie sabía porque estaba tan preocupado,
ni tampoco sabían porque tenía tantas preocupaciones, pero lo que sí sabían
todos es que su emoción favorita era la preocupación. En una casa, en la ladera de la
montaña, una casa que era una linda casita hace muchos años, ahora no era así debido a las preocupaciones que asomaban por toda ella: por las ventanas, por encima de la pared, en el tejado e incluso en la puerta. Una casa que podía ser una linda casa, pero que sólo era una casa llena de
preocupaciones donde vivía el monstruo de las preocupaciones.
Nadie se acercaba a la casa de las
preocupaciones, ya que la casa estaba repleta de ellas y encima se posaba una gran nube negra, que anunciaba siempre tormenta. Tampoco nadie hablaba con el monstruo,
nunca había hecho nada a nadie, pero sus preocupaciones siempre le acompañaban
como la gran nube negra que se posaba continuamente en su casa y nadie quería estar bajo una gran tormenta. El monstruo
siempre estaba solo y cada vez eran más las preocupaciones que le acompañaban.
Pero esto no siempre había sido así. Hace
muchos años el monstruo no tenía preocupaciones y su casa
era una linda casa.
Un día casi sin darse cuenta empezaron a llegar algunas preocupaciones; al principio eran pasajeras y solían desaparecer solas a los pocos días. Pero poco a poco algunas de las preocupaciones fueron quedándose y empezaron a crecer en su jardín.
El monstruo tenía preocupaciones por el examen del cole, preocupaciones por si se había dejado la puerta abierta, por si llegaba tarde, por si se olvidaba de algo, por si alguna enfermedad le ocurría a él o a otra persona, preocupaciones por lo que los demás pensaban, etc. ¡¡Preocupaciones, muchas preocupaciones!, y estas crecían en su jardín cubriéndolo todo.
El monstruo no sabía qué hacer con tantas preocupaciones, porque no podía hacer las cosas que le gustaban.
Una tarde estaba el monstruo en su jardín, intentando superar sus emociones. Entonces vio a una niña observándole desde el otro lado de la valla. En un principio le molestó que estuviera allí mirándole, pero después le sorprendió comprobar que no huía de las preocupaciones. Así que el monstruo se acercó y le preguntó a la niña:
· - No ves que esto está lleno de preocupaciones, ¿qué haces ahí?
Vete antes de que te alcancen. ¿No te preocupa que puedan alcanzarte?
La niña le miró y le dijo:
· - La verdad es que las preocupaciones parecen espantosas y
ciertamente no me gustaría tener todas esas preocupaciones a mi alrededor. Pero
es más sencillo de lo que crees, si dejas de atenderlas, poco a poco no tendrán
con que alimentarse y desaparecerán. Tu jardín está lleno de preocupaciones
porque las atiendes y las alimentas.
El monstruo preocupado escuchaba atento a
la niña.
· - Espera no te vayas, cuéntame cómo puedo hacer eso que dices.
·
Es muy sencillo -respondió la niña-.
-Sí tú no quieres que algo crezca en tu jardín solo tienes que dejar de regarlo. Con las preocupaciones ocurre igual, cuando vengan a tu cabeza no las atiendas; piensa en otra cosa y poco a poco desaparecerán.
El monstruo con ayuda de la niña, comenzó a seguir las indicaciones. Al principio le costó más esfuerzo, pero poco a poco y casi sin darse cuenta las preocupaciones fueron desapareciendo.
-Sí tú no quieres que algo crezca en tu jardín solo tienes que dejar de regarlo. Con las preocupaciones ocurre igual, cuando vengan a tu cabeza no las atiendas; piensa en otra cosa y poco a poco desaparecerán.
El monstruo con ayuda de la niña, comenzó a seguir las indicaciones. Al principio le costó más esfuerzo, pero poco a poco y casi sin darse cuenta las preocupaciones fueron desapareciendo.
Y así, sin preocupaciones, miedos y prejuicios, el monstruo hizo realidad todos sus sueños y fue un monstruo feliz.
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